miércoles, 8 de diciembre de 2010

INCREDULIDAD.

    Yo no creo en el amor,
no creo en la medicina,
no creo en quienes dominan
y no puedo creer en Dios.


    No creo en el Vaticano,
ni en el Tíbet, ni en La Meca,
no creo en lo que está cerca,
ni en lo que está más lejano.


    No creo en el patrón-oro,
no creo en el dollar USA,
no creo en las tropas rusas,
ni en el petróleo del moro.


    Yo no creo en Michael Jackson,
ni tampoco en Lady Dy,
ni en el rey del microchip,
ni en quién habla sin descanso.


    Pero creo en la sonrisa,
en esa dulce mirada,
del que da, sin pedir nada,
y del que vive sin prisa.


    También creo en esa gente,
que cambia un día su ruta,
para ser como Teresa,
madre de toda Calcuta.


    O como Vicente Ferrer,
que dejó un día su mesa,
para entregar a los pobres,
su corazón, su promesa,
su vida..., todo su ser.

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